
Un joven se acercó a un Maestro de Kenjutsu para ser un alumno. El maestro aceptó y dijo:
-A partir de hoy, tu irás cada día a cortar troncos en el bosque y a buscar el agua en el río.- Esto fue lo que el joven hizo.
Después de tres años, se dirigió al maestro y le dijo:
-Yo he venido para aprender la esgrima y hasta ahora ni siquiera pasé la puerta del Dojo…
-Muy bien, -le dijo el Gran Maestro-, pues hoy tu entrarás. Sígueme. Y desde este momento, tú haces toda la marcha alrededor de la sala, pisando cuidadosamente el borde del tatami pero sin traspasarlo jamás…
El discípulo practicó el ejercicio durante un año, al fin del cual él se encolerizó hasta tal punto que se dirigió al Maestro y grito:
-Me voy, no he aprendido nada del arte que vine a aprender, me voy…
-No…